domingo, 15 de junio de 2008

Un viaje, un encuentro con las palabras creadoras de mundos posibles.


“Un libro es carne de quien lo hace y de quien lo lee.
Algunos poetas, como Walt Whitman, han dicho que quien toca un libro, toca un hombre. Y esto es así. Porque el libro tiene cuerpo, tiene forma, tiene carácter…
Se convierte en un fetiche y en un representante de las personas.
Es muy fácil vernos reflejados en un libro.”

Hace 100 años se comenzó a festejar la “Fiesta de leer”. El día del Libro se conmemoró en Argentina este domingo 15 de junio no como un festejo más – a mi manera de entender – ya que es el festejo del encuentro entre la curiosidad habida del lector y la aventura apasionante que propone el texto.

Un poco de historia…
A principios del siglo XX, más precisamente en 1908, el Consejo Nacional de Mujeres organiza un certamen literario en la ciudad de Buenos Aires bajo el lema “Fiesta del Libro”, sus objetivos: la promoción de la lectura y el arte de la discurso. Años después, en 1924, el decreto 1038 del Poder Ejecutivo Nacional le otorgó a la “Fiesta del Libro” carácter oficial y dispuso para su festejo el 15 de junio para que coincidiera con la entrega de premios, título y certificados que realizaba la Biblioteca del Consejo. El 11 de julio de 1941 una resolución ministerial decidió denominar a la conmemoración “Día del Libro”, nombre que perdura hasta nuestros días.

Es este día, desde mi humilde lugar, el más importante para la libertad de los pueblos porque abrir un libro es abrir el mundo.
Alguno de ustedes se preguntará por qué…
Porque este encuentro puede ser la oportunidad para modificar nuestro destino ya que puede hacernos vacilar, hacer que se tambaleen nuestras certidumbres, nuestras pertenencias, y revelarnos el deseo de llegar a un puerto en el que nadie nos espera y donde ya no somos exactamente los mismos.
Además porque:
“si la lectura incita el espíritu crítico, que es la clave de una ciudadanía activa, es porque permite un distanciamiento pero también, porque abre las puertas de un espacio de ensoñación en el que pueden pensarse otras formas de lo posible. “ Michèle Petit

Escribir para esta oportunidad me resultó una increíble posibilidad para poder reflexionar - con ustedes los adultos que hoy se encuentran aquí, adultos mediadores entre el libro y los niños - lo siguiente: “quien elige ejercita un poder”.
Por eso es que tenemos la oportunidad de ayudar a crecer a nuestros niños y jóvenes como lectores mostrándoles el bosque con su variedad de árboles, de arbustos, de helechos, de pequeñas flores, de hongos… Mostrarles el fantástico mundo de esa espesura que él puede conquistar, en la que se puede perder – evadir, dirían algunos – para volver más sabio al mundo que – dirían otros – es el mundo de la realidad…
A enfrentarse a construir los sentidos – pues si el texto es literario, no ha de tener un sentido unívoco – a partir de lo que el texto dice, sugiere y sobre todo, a partir de lo que el texto calla pues aquellos libros que tienen agujeros que dejan espacios por donde el lector puede colarse, entrar y colaborar con el autor en la historia de palabras que se van tejiendo son los mejores textos para ser leídos…
Para finalizar quiero decir que, de acuerdo a mi posicionamiento respecto de la lectura y las palabras que habitan en los libros, debemos apostar al espacio de las bibliotecas porque como escribe Julio Cortázar:
“Los libros van siendo el único lugar de la casa donde todavía se puede estar tranquilo”, y agrego de Michèle Petit “a pensar otras formas de lo posible”.
Gracias.

Texto escrito por Alejandra Levrand – Profesora de 1er.año EGB1 – UADER – Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias sociales – Escuela Normal Superior “José María Torres”- Paraná, junio 2008.

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