domingo, 27 de abril de 2008

RESISTENCIA: LOS NO LUGARES.

Como encabezamiento de esta página, este año consideré necesario poner en juego la frase de León Gieco quien apuesta a la memoria, que en este caso es memoria en primer lugar de lo cultural que crea entre lo sujetos lazos colectivos, subjetivos, es decir este porder reconocernos a partir de lo que las generaciones anteriores nos "transmiten". En segundo lugar la memoria, el recuerdo hacia aquellos que hicieron posible este lugar de encuentros, quienes con sus producciones escribieron estas páginas para compartir y me enseñaron sobre los tiempos de sus aprendizajes. Ellos mis queridísimos alumnos de sexto año. En tercer lugar, memoria hacia aquellos alumnos que en estos años de docencia también me enseñaron algunas certezas, me permitieron poder recorrer estos caminos habitados de incertidumbres para llegar al lugar en el que hoy me posiciono como docente. En cuarto lugar, memoria hacia ellos mis referentes: mis maestros del Instituto - especialmente Gabriela - que me muestra diariamente el lugar de la resistencia, la lucha y que me aportó-aporta y aportará sin duda herramientas conceptuales para seguir..., con quien también aprendemos en el intercambio; a Sonia con quien debatimos y ponemos en duda nuestros recorridos docentes; a aquellos maestros de la Facultad que han provocado en mí crisis intelectuales que me permiten seguir creciendo; a mi familia quienes fueron - son y serán mis maestros de la vida y son quienes conocen de mi compromiso con esta profesión; y porqué no también a todos aquellos que me enseñaron y confirmaron lo que no se debe hacer como docente.
Creo que muchos fueron los que me dieron la mano para poder encontrar en mí el deseo de educar, encontrar-me como docente, me posibilitaron encontrar-me con ellos MIS ALUMNOS.


Como en la memoria se resguarda y cuida la historia de un país, de sus habitantes y también la historia de cada uno de nosotros; es en la memoria donde debemos resguardar la historia de este lugar de encuentros entre quienes tenemos ganas de compartir lo realizado y opinar para contruir una educación que incluya a todos.
Porque la historia se escribe por cada uno de nosotros en que consideré importante tomar prestadas unas palabras de Violeta Nuñez apropiadas para esta encrucijada en la que se encuentra este humilde pero comprometido espacio.

Me animaría a arriesgar que la primera responsabilidad del educador social es admitir el enigma que cada sujeto representa, dando tiempo al tiempo, tiempo a los tiempos de la educación de cada sujeto.
(...), se trata de una práctica que incluye, a la manera de una estructura des-completa, otras posibilidades, que provoquen en el sujeto una búsqueda, un interrogante, acerca del enigma: ¿qué es lo que verdaderamente quiero?
Tiempos donde el fantasma del control disciplinario pueda disolverse a favor del trabajo exploratorio de cada uno. Se trata de un trabajo que, en realidad, es requisito para la instauración de lo que la didáctica llama el proyecto educativo. Pues no habrá tal proyecto si el sujeto no admite la posibilidad de relacionarse de otra manera con lo social o, dicho en otros términos, de cerciorarse de que otras búsquedas y otras alternativas son viables: si algo del orden de lo nuevo, de encuentros nuevos, será posible.
El pedagogo vienés A. Aichhorn señalaba que, antes de comenzar a exigir al sujeto, el educador debe hacer posible la existencia de un vínculo. Un vínculo —podemos entender— que, de alguna manera, opere a modo de un nuevo articulador hacia otras vías.
Entramos entonces en una nueva consideración en educación social: ¿Qué ofertas se pueden proponer que ayuden, promuevan, las búsquedas del sujeto?
La cuestión de los contenidos no es tangencial, ya que, a veces, éstos parecerían buscar el desinterés del sujeto por la tarea educativa. Contenidos que, se puede sospechar, sólo sirven para sostener y justificar el mantenimiento de los marcos institucionales en los que se gestionan.
Kant (1983) y Herbart (1983) fueron, tal vez, los primeros en advertir que los contenidos de la educación, posibilitan el encuentro entre el sujeto y el agente de la educación y de éstos con los tiempos sociales.
Algo de lo nuevo se produce cuando cada agente pone en juego el deseo de educar. Algo de lo que hace obstáculo se mueve y el tiempo de la educación se abre, verdaderamente, a lo imprevisible, al acontecer de algún sujeto.
Suele ser fácil atribuir a las nuevas generaciones condiciones tales como desinterés o violencia, sin ver que tales cuestiones pueden ser efecto de las condiciones actuales del propio discurso pedagógico y de la desresponsabilización de los adultos. Los contenidos de la educación, cuando están vivificados por el deseo de transmisión del educador, pueden causar el interés del sujeto, lo cual tiene un efecto pacificador. De tal manera, tanto las dificultades para fijar el interés como la violencia escolar, devienen síntoma de la des-regulación del discurso pedagógico.
Pero el futuro de la educación aún no está escrito. Ni el de ninguno de los jóvenes con quienes el educador trabaja.
Es importante recordarlo, para entender que abrirnos a lo porvenir también nos concierne. Por tanto, algo de nuestra responsabilidad entra en juego. Sin duda hay que remar contracorriente.
Podemos evocar el texto de Nico Hirtt:
“Las formas y lugares de la resistencia son múltiples: hay que luchar contra las multinacionales y las organizaciones internacionales que impulsan la evolución mercantil de la escuela, contra los gobiernos que aseguran las condiciones para desarrollar esa mercantilización, contra ciertos poderes organizadores, inspecciones, direcciones, muy a menudo cómplices o celosos ejecutores. Hay que luchar contra enseñantes que dejan hacer, contra padres que siguen el discurso oficial creyendo asegurar así un futuro para sus hijos, contra [los propios sujetos], a veces demasiado contentos con menores exigencias.
Hay que luchar contra uno mismo, en fin, pues nadie está a salvo de la desmoralización, del repliegue corporativista o de los efectos lenitivos de la intoxicación ideológica ambiente.
[...] Cada uno entra en la resistencia por vías que le son propias.”Hemos de saber también que cada día, en el cada día del oficio pedagógico, nos encontramos ante
las dimensiones complejas, entrecruzadas, discontinuas, que entretejen ese proceso viejo y nuevo, siempre inacabado, que se da en llamar educación.
Y conviene no olvidar, siguiendo a Bachelard, que “…cada acción, por simple que sea, quiebra inevitablemente la continuidad del devenir”
Fuente:Núñez, Violeta : LOS NUEVOS SENTIDOS DE LA TAREA DE ENSEÑAR. Universidad de Barcelona.
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